-Cuando el infierno nos alcance
Cualquiera que lea estas
líneas y haya tenido el gozo o infortunio de ver a alguien de nosotros furico, sabrá que es tan grato como recibir una dotación
de cinturonazos cortesía de su padre, pero lo que pocos saben es como
arreglamos nuestras diferencias adentro del equipo. Como antes explique,
los cimientos en los que recaía la organización eran la amistad antes
que la camaradería, por eso cualquier clase de problema era un mínimo
ajuste de tuercas entre todos y una que otra regañada para que nos
despabiláramos y despertáramos de nuestro letargo prolongado, todo esto
en un ambiente de compañerismo y unidad. Ninguna de las batallas que
habíamos sostenido con algún otro equipo o con todos juntos podría
emular el caos y el daño que provocaban las guerras internas. Todos
sabíamos que algo se avecinaba. Nadie quería estar en medio. Todos
aparecíamos ese día. Nadie quería tocar el tema. Todos encendían la
hoguera. Nadie podía meter las manos al fuego. Todos atacábamos a todos.
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiRAc9qQfxe2rwjD2S8GE1MXaPE47vJAEIdGpNMsfKGcpLYDmxz9l0SNfjkz2BM_Sx8AfiYCmjrUmJgOP-Qoud_1bd7bk72_vyitOKHSJ5ZiTzU5uuzVjK3tJkFdUpi1haLhoUxEARVXXE/s1600/20090304194740_pistola.jpg)
Hasta
donde mi memoria me puede ayudar, hubo 3 guerras internas, quisiera no
usar ese termino tan trillado, pero no eran solo simples discusiones
acaloradas, era una guerra en la cual se definían bandos que solo
existían delimitados por los círculos de poder, los que alguna vez se
llamaban amigos terminaban atacándose con saña y sin consideraciones,
los que aspiraban a ser lideres tomaban voz de mando para dar fin a las
hostilidades, pero solo podían tomar una trinchera y defender el palmo
de terreno que a el le correspondía, los jóvenes no entendían de que se
trataba, trataban de calmar los ánimos, pero solo encontraban un
estruendo al unísono de todos los demás para que se apartaran, a lo cual
asentían con temor de que tomaran represalias en su contra y se
sentaban a observar lo cruel que puede llegar a ser hasta el mas pinto
de los camaradas. Y era fácil llegar a ese punto, en esta sociedad
nuestras fortalezas eran la carta de presentación, para que fueran
tomadas en cuenta y se pudiera evaluar cuan respetable o temible era esa
persona, todo eso se veía desmoronado cuando al pasar del tiempo y
entre charlas de madrugada platicábamos unos con otros de cuales eran en
realidad nuestras fortalezas y lo vulnerable que éramos detrás de ese
fila de dientes que presentábamos ante nuestros enemigos, humanos al fin
y al cabo. Esto por supuesto, era bien sabido por todos nosotros, y era
usado como el arma mas punzante, pero no por el hecho de que nos pateen
las espinillas para vernos en el suelo revolcándonos de dolor, si no
porque en ese momento sabíamos que los lazos de amistad, camaradería,
compañerismo y todo lo que antes de ese día nos decíamos los unos a los
otros, quedaban reducido a escombros.